Del DF para el mundo, esto es para todos los que creen que cielo no se ve azul...
El gran emperador de los Aztecas es omnipotente; todas las tribus del valle de México y de los territorios vecinos le pagan tributos, pero no todos los pueblos sometidos son felices... Están cansados de entregar hombres y riquezas a sus opresores.
El cacique de Tlaxcala decide un día que ha llegado el momento de libertar a su pueblo de la dominación azteca y empieza una guerra terrible entre Aztecas y Tlaxcaltecas.
La princesa Ixtaccíhuatl, de juvenil belleza, es hija del cacique de Tlaxcala. Popocatépetl, uno de los principales guerreros de su pueblo, le profesa amor callado.
Antes de salir a la guerra, Popocatépetl pide al padre de Ixtaccíhuatl la mano de ésta, si triunfa, y el cacique de Tlaxcala se la promete.
Popocatépetl vence en todos los combates, y a su regreso triunfal a Tlaxcala, el cacique sale a su encuentro y le dice que la muerte le ha arrebatado a Ixtaccíhuatl.
Popocatépetl, ofuscado, toma en sus brazos a Ixtaccíhuatl y empieza a subir montañas y montañas, cargando el cuerpo amado.
Al llegar cerca del cielo, la tiende en la cumbre y se arrodilla junto a ella con una torcha humeante en las manos. La nieve cubre sus cuerpos, formando los gigantescos volcanes que hasta hoy presiden la lontananza del valle de México.




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